La vida que me queda
es ya la muerte:
cualquier risa se
ahoga en mi garganta,
el alma en soledad se
precipita
y el corazón,
latiéndome disparos
marca el compás de
marcha funeraria.
Si enciendo luz, la
oscuridad se apaga;
si grito es el
silencio quien fallece...
Cuanto he querido
amar murió conmigo
como presa que a su
captor devora
y así, toda la vida
que me queda
terminará por ser
sólo una lágrima
que tras rodar lenta
por tu memoria
llega hasta la nariz y se suicida.