lunes, 12 de marzo de 2012

Crepitación del agua


Es la tarde y la sombra de febrero.
Las lluvias precipitan
sus rítmicas tertulias de desmayos
contra el fino cristal de la terraza.
No queda nada más que abandonarnos
a esa líquida lengua
que alfombra una ciudad oscura y triste
y asumir el cansancio
rindiéndonos a este pregón de nubes
que empapa la rutina de las calles.

Las luces de los faros se despiertan
pintando hilos de plata en el asfalto
y dibujando espejos en los charcos
de una memoria rota.
Es la tarde y hay ecos
fingiendo nuestro tiempo detenido,
quizá donde la música
sobre el viejo paraguas de mi padre
incendiaba la vida
con ese húmedo crepitar las horas
haciendo propias todas las tormentas.

Aún no ha acabado el día de repatriar fantasmas
y ya revela su postal perfecta,
impresa en blanco y negro,
en las marcas del agua.

2 comentarios:

  1. "Es la tarde y la sombra de febrero.
    Las lluvias precipitan
    sus rítmicas tertulias de desmayos
    contra el fino cristal de la terraza.
    No queda nada más que abandonarnos
    a esa líquida lengua
    que alfombra una ciudad oscura y triste
    y asumir el cansancio
    rindiéndonos a este pregón de nubes
    que empapa la rutina de las calles."

    vuelvo a leer poesía, he empezado por ti y ha merecido la pena, esto es bueno, es muy bueno, lo sé por la envidia que siento, porque me hubiese encantado ser la autora de estos versos.
    Te leo ;)

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  2. Me alaga, siendo tú quien me escribe estas líneas. Eres un sol. Un beso, niña.

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