Es la tarde y la
sombra de febrero.
Las lluvias
precipitan
sus rítmicas
tertulias de desmayos
contra el fino
cristal de la terraza.
No queda nada más que
abandonarnos
a esa líquida lengua
que alfombra una
ciudad oscura y triste
y asumir el cansancio
rindiéndonos a este
pregón de nubes
que empapa la rutina
de las calles.
Las luces de los
faros se despiertan
pintando hilos de
plata en el asfalto
y dibujando espejos
en los charcos
de una memoria rota.
Es la tarde y hay ecos
fingiendo nuestro
tiempo detenido,
quizá donde la música
sobre el viejo
paraguas de mi padre
incendiaba la vida
con ese húmedo
crepitar las horas
haciendo propias
todas las tormentas.
Aún no ha acabado el
día de repatriar fantasmas
y ya revela su postal
perfecta,
impresa en blanco y
negro,
en las marcas del
agua.
"Es la tarde y la sombra de febrero.
ResponderEliminarLas lluvias precipitan
sus rítmicas tertulias de desmayos
contra el fino cristal de la terraza.
No queda nada más que abandonarnos
a esa líquida lengua
que alfombra una ciudad oscura y triste
y asumir el cansancio
rindiéndonos a este pregón de nubes
que empapa la rutina de las calles."
vuelvo a leer poesía, he empezado por ti y ha merecido la pena, esto es bueno, es muy bueno, lo sé por la envidia que siento, porque me hubiese encantado ser la autora de estos versos.
Te leo ;)
Me alaga, siendo tú quien me escribe estas líneas. Eres un sol. Un beso, niña.
ResponderEliminar